
La terapia corporal bioenergética es una gran herramienta para disminuir la ansiedad. Aquí les cuento un poco por qué:
La ansiedad tiene mucho que ver con un espacio físico o psíquico que se vuelve angosto e impide la libre circulación de la energía. De hecho, la raíz alemana de la palabra es angst, que significa “ahogo por las estrecheces”. En el cuerpo, esta sensación de estrechez se puede dar en la garganta, en el pecho, en el diafragma, en la pelvis y en muchos otros segmentos, dependiendo del tipo de energía que estemos intentando sofocar. Por ejemplo, si lo que inconscientemente estamos frenando son impulsos sexuales que consideramos peligrosos, este exceso de carga se hará especialmente presente en la pelvis. También puede suceder que determinados contenidos mentales nos lleven a aumentar el ritmo cardíaco, y esta modificación de una función tan vital como el pulso es la que genera en todo el cuerpomente un estado de alerta. Otras veces, la ansiedad acontece porque intentamos frenar un grito, un aullido, un llanto, y nuestra garganta se tensa para evitar la libre circulación de ese impulso. Esto genera una sensación de ahogo en ese nivel que la psique interpreta como una amenaza de muerte, ya que el cuerpo se siente momentáneamente en riesgo (¡me estoy ahogando!) La ansiedad también está profundamente relacionada con el ritmo respiratorio, y cualquier modificación en este nivel repercutirá en el estado anímico de la persona. Una respiración profunda, lenta y regular lleva al organismo a un estado de tranquilidad y entrega, mientras que la respiración corta y rápida conduce a estados de alerta e inseguridad.
A través de la terapia corporal bioenergética ablandamos progresivamente las corazas musculares que impiden la libre circulación de la energía para que la persona recupere vitalidad, confianza en sí misma y su cuerpo y tranquilidad de espíritu. No es un camino fácil ni siempre agradable, ya que para alcanzar dichos estados y abrir nuevos canales en el cuerpomente es necesario hacer contacto con aquellas zonas estrechas en las que está alojada la angustia. Lo que habilita la sanación es que dichos estados no son experimentados por la persona en soledad (como probablemente haya ocurrido en la infancia) sino que se viven bajo la mirada del terapeuta quien habilita la expresión del dolor a través de la palabra, la mirada, el contacto físico y la presencia.
Si experimentás regularmente estados de ansiedad y sentís que esta terapia puede ayudarte, escribime.