“¿Dónde, pues, acaba el cuerpo y comienza la mente? ¿Dónde acaba la mente y comienza el espíritu? No pueden ser divididos; son aspectos distintos de la misma consciencia divina que todo lo llena (…) El yogui nunca desatiende ni mortifica el cuerpo o la mente, sino que los mima. Para él, el cuerpo no es un obstáculo para su liberación espiritual ni causa de su caída, sino que constituye un instrumento de su logro. Persigue un cuerpo fuerte y vigoroso como el relámpago, lleno de salud y libre de sufrimientos para así dedicarlo al servicio de la Divinidad”.
B.K.S. Iyengar, en su libro La luz del Yoga
Modelo: Amanda Wall Infante
